No
quisiera yo fastidiar a los que visitáis este remanso de paz y tranquilad hertziana
al final de la jornada. Lo ideal es que aprovecháramos esta vuelta de agujas de
apenas una hora, para escuchar agradables y románticas canciones de otros
tiempos. Siendo este un mes tan primaveral también sería reconfortante que nos dedicáramos
a los juegos florales y a deleitarnos con melifluos poemas; siendo extremos podríamos
organizar una batalla en la que la única arma autorizada fuera el algodón de azúcar………..
Pero
queridos oyentes y sin embargo amigos: este que os habla se encuentra intoxicado
por la atmósfera desazonadora y agobiante que envuelve nuestro presente y no ha
podido abstraerse de las desgracias que nos acechan, por lo que os va a privar esta
noche de vuestra dosis de la píldora de propranolol
(esa magnífico principio activo que hace olvidar los recuerdos
desagradables) y va a tratar un tema de plena y doloras actualidad.
Ayer se celebró el Día internacional del Trabajo. Es un día
en él que se conmemora el ajusticiamiento de unos trabajadores de Chicago que lucharon por
conseguir la jornada laboral de 8 horas. La verdad, es que en
lugar de llamarlo celebración del Día del Trabajo deberíamos haber estado de
duelo, en parte por aquellos mártires americanos y por otro lado por los más de
5.600.000 personas que se encuentran sin trabajo en este país.
Aunque
el trabajo se nos impuso como maldición divina (“Te ganarás el pan con el sudor de
tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste sacado” – Génesis
3:19) y más recientemente como derecho fundamental de nuestra Carta Magna (“Todos
los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre
elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una
remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia”-
C.E. Art. 35), lo cierto es que ni con esas; 1 de cada 4 personas con ganas de
trabajar en este país no puede hacerlo. Lo que antes era una maldición o un
derecho se ha convertido en una auténtica suerte.
Y
no es que yo me crea el manido pensamiento de Karl Marx de que “el trabajo
dignifica al hombre” y menos aún lo que rezaban aquellos carteles de
bienvenida de los campos de concentración nazis “el trabajo nos hace libre”,
nada más lejos de la realidad. Solo pienso que cualquiera debe tener la
oportunidad de subsistir de manera digna haciendo un simple y justo intercambio
de tiempo y esfuerzo personal por sustento.
Y
si no tenemos suficiente con soportar la ya de por sí dura situación, hemos de
aguantar las declaraciones y movilizaciones de unos y las medidas de otros.
Por un lado tenemos a aquellos que negaron la crisis y la creciente destrucción laboral y nos quisieron hacer creer que vivíamos en una Arcadia feliz con la anuencia de los borreguiles estómagos agradecidos sindicales y que ahora sacan la pancarta.
Por otro lado, tenemos a unos “salvadores patrios” que sometidos a los mandatos de una “rubia teutona”(que no tetona) y unos poderes económicos que los ciudadanos de a pie no adivinamos a distinguir, han sacado la tijera y aprovechando la coyuntura, nos han cortado ya las mangas de la camisa, medio pantalón y están a punto de cortarnos los “huevos”.
Por un lado tenemos a aquellos que negaron la crisis y la creciente destrucción laboral y nos quisieron hacer creer que vivíamos en una Arcadia feliz con la anuencia de los borreguiles estómagos agradecidos sindicales y que ahora sacan la pancarta.
Por otro lado, tenemos a unos “salvadores patrios” que sometidos a los mandatos de una “rubia teutona”(que no tetona) y unos poderes económicos que los ciudadanos de a pie no adivinamos a distinguir, han sacado la tijera y aprovechando la coyuntura, nos han cortado ya las mangas de la camisa, medio pantalón y están a punto de cortarnos los “huevos”.
Con
estas reformas, pronto aprenderemos canciones como los que entonaban los
esclavos negros de los campos de algodón o aquellos presos que hacían trabajos
forzados en las carreteras o ferrocarriles americanos y cuya única forma de
expresión era a través de estas, a menudo, tristes canciones.
Ilustraremos
pues la situación laboral descrita con canciones, de diversos estilos, épocas y
artistas, con el deseo de que muy pronto todo esto cambie.
LISTA DE CANCIONES
1
|
22 & Group Whit axes
|
When i went to Leland
|
2
|
Raphael
|
La
canción del trabajo
|
3
|
Georgie Fame & The Blue Fames
|
Work
song
|
4
|
Brighton 64
|
La
canción del trabajo (Bola y Cadena)
|
5
|
Elvis Presley
|
Big
Boss Man
|
6
|
Carlos Segarra
|
Mandamas
|
7
|
Bruce Springsteen
|
Working
on the highway
|
8
|
CCR
|
The
Working man
|
10
|
Elvis Costello
|
Welcome to the working week
|
11
|
Billy Bragg
|
St.
Monday
|
12
|
Los Ilegales
|
No me gusta el trabajo
|
13
|
I've Been Working
|
|
14
|
Los Deltonos
|
Nadar en tu sudor
|
15
|
Victor Jara
|
Te
recuerdo Amanda
|
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